Críticas:

Revista Planetario
por Marisa Rojas
Julio 2011
Nota principal en la revista del mes de Julio
Link: http://www.revistaplanetario.com.ar/news/view/un-artista-que-hace-lo-que-quiere

Blog Teatro
por Hernán Salcedo
8 de Junio de 2011
Nota a Javier Zain publicada en el sitio web:
http://blogteatro.blogspot.com/2011/06/javier-zain-esperando-que-pique.html

La Nación - Espectáculos
Crítica por Juan Garff
Sábado 18 de Septiembre de 2010
Califiación: Buena

"Amable y original propuesta que lo tiene a Javier Zain como autor, director y protagonista.
Dos figuras sobre el muelle que despiertan simpatía por igual, uno, perdido en tiempos pretéritos,
sin noción de que el mundo cambia; el otro, eléctrico e imparable, siempre en movimiento.
Excelente escenografía y un lenguaje elaborado, poco usual en el teatro infantil.
Una obra que vale la pena compartir"



Clarín Espectáculos
por Laura Gentile
28 de Agosto de 2010
Link: http://www.clarin.com/espectaculos/chicos/favor-tiempo_0_325167680.html

A favor del tiempo

“Esperando a que pique”. El director, Javier Zain, y una obra fuera del vértigo.

Reestrenada hace unos días, después de pasar un poco inadvertida entre la apabullante oferta de las vacaciones de invierno, Esperando a que pique es la nueva obra de Javier Zain, director de propuestas tan bonitas y amorosamente trabajadas como Andantes rodantes o El mate . Esta vez, a través del encuentro entre dos pescadores, uno viejo y otro joven, el director –también protagonista de la obra-, aborda el encuentro (o su falta) entre dos generaciones y dos estilos de vida, entre la velocidad alienante y la pasividad que puede convertirse en letargo, entre el avance constante que puede transformarse en destrucción y lo tradicional que puede caer en obstinación, no para juzgarlas sino para relacionarlas, vincularlas, hacerlas hablar.
Cuando se le pregunta por qué quiso ocuparse del tema, Zain explica que “todo se va dando, aparece”. Y cuenta que la imagen del pescador surgió tras una escena de sus pequeños alumnos de teatro. “Eran un grupo de pescadores arriba de un bote. Después llegué a casa y la imagen del pescador me empezó a dar vueltas. Se ve que yo estaba estresado, porque la imagen del pescador sentado, tranquilo, esperando a que pique me vibró mucho”.
Claro que en la obra, ese hito de la entrega confiada que puede representar un pescador en un muelle está un poco extremado. “Pascual, el pescador viejo casi convertido en leyenda, se pasó de espera –advierte el director-, está ahí desde un tiempo inmemorial. Tampoco hace demasiado para que las cosas sucedan, hay un poco de crítica a los que esperan que las cosas se den cuando en realidad es uno el que tiene que generarlas”.
Para hacer el contrapeso aparece el otro personaje, un pescador joven con equipos tecnológicos en su propio cuerpo, que lleva incrustado en su vestuario un visor anfibio, una antena, luces y pesca para todo menos para comer, y va y viene como para mostrar el otro punto: “un poco en los excesos en que cae el hombre –define Zain-, el mundo de la desconexión con la naturaleza”. Hicieron la represa por lo cual el río casi no tiene agua.
El vínculo entre ambos es la historia: cómo Pascual se va enterando de las cosas nuevas que fueron pasando. Y Pedro va aprendiendo a hacer una caña con sus propias manos. “Lo que me importaba era eso –afirma el director-, no decir que lo pasado es mejor o que el futuro es increíble, sino generar ese encuentro y ver que no tienen por qué estar enfrentados”.
¿Observás ese desencuentro en los chicos de hoy?
Absolutamente, hay que hacer un gran trabajo para que los chicos se conecten con su juego, sus sentidos, sus emociones, los chicos están en ese mundo veloz donde viven sin los padres o abstraídos en sus computadoras, en vez de la imaginación está la abstracción entre ellos.
¿Qué les dirías a los padres que dudan en el momento de llevar a ver a los chicos una obra más sensible y no tan espectacular?
Tal vez uno cree que los chicos necesitan lo que nos hacen creer que los chicos necesitan. Somos los adultos los que tenemos la cabeza cerrada. Muchos padres me cuentan que después de ver la obra, los chicos les cuentan detalles de la historia a los que sorprende que accedan.
En ese camino, todo el diseño de arte está hecho manualmente por una artista plástica, sin artilugios tecnológicos. La música (a cargo de su hermano Esteban) también es el resultado de un trabajo personalizado. “Mucha acción acompañada de música hecha con instrumentos como violín, chelos, flautas, propone un universo musical más de orquesta que de sintetizador”, dice.
En cuanto a la puesta, Zain trabajó con una fusión de géneros: el teatro, por la concepción de un libro y el desarrollo de una historia; el clown, por la libertad expresiva y composición “juguetona” de los personajes; y el musical, con melodías que completan y elevan la narrativa a otro plano.
Por último, Zain agrega: “es importante destacar que así como la obra habla del encuentro de dos personajes, no se podría hacerla sin el encuentro de quienes la preparamos y ensayamos durante un año y medio, apostando tiempo y corazón”.


Revista Planetario - Caleidoscopio
Septiembre de 2010

Una obra escrita, dirigida e interpretada por Javier Zain (Andantes Rodantes, El Mate) que trata sobre el encuentro de dos pescadores, de dos tiempos y de dos mundos diferentes. Sobre un muelle casi abandonado a orillas de un río casi seco, el viejo Pascual espera, desde hace un tiempo incalculable, que algún pez pique el anzuelo. Cuando llega el joven Pedro (Gaby Cohan), ataviado con la más moderna y extravagante tecnología, se pone en escena un diálogo entre generaciones, entre tradición y desarrollo, entre lo viejo y lo nuevo.
El propio Zain describe al lenguaje utilizado para esta obra como “puramente teatral, lejos de toda parafernalia televisiva”. Con una escenografía muy simple que logra una ambientación precisa y con muy buenas actuaciones, Esperando a que pique propone una convivencia posible entre estos dos mundos. Un intercambio entre distintas costumbres y modos de pensar que se desarrolla a través del respeto, de la amistad, y de la ternura.


Crítica Teatral
por Mónica Berman
12 de agosto de 2010
Link: http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=2504

Sobre dos concepciones del mundo
Primera conquista: el espacio. El escenario de El Cubo nos muestra una sinécdoque de muelle desvencijado frente a un río. La decisión está lejos del realismo y cerca de la búsqueda estética, luego veremos que ese pedacito de lugar será síntesis de muchas cosas.
Un viejo pescador festeja el pique pero luego descubre que la caña se ha enredado en su propio zapato agujereado y que por lo tanto no fue más que una falsa ilusión.
Segunda conquista, el cuerpo se escinde, hace que no sabe lo de arriba qué es lo que sucede allá abajo y funciona porque la actuación es realmente buena.
Un segundo personaje, que al principio aparece bastante extraño: luces que se encienden, anteojos extravagantes, sillas plegables en los bolsillos, ¿de dónde viene?
Tercera conquista: comprender el vínculo y conmoverse. La vida actual es la del segundo personaje, todos son como él, el viejo es un resto de otra época, un fragmento de una vida pasada que no se resigna a desaparecer pero está absolutamente solo. Solo, con frío, con hambre y con algo difícil de deslindar entre la dignidad y el orgullo.
En el pueblo ya no se pesca con caña, y los anteojos sirven para ver a los peces en el agua, aún más, el pescado ha dejado de ser un alimento.
Uno podría pensar que son dos personajes, pero son mucho más, son dos concepciones del mundo y lo que resulta verdaderamente positivo es el respeto y el cariño que demuestra el joven frente a las mañas y terquedades del viejo.
Y el viejo le da lo que tiene, su sabiduría, le enseña a hacer una caña con sus propias manos...
La propuesta es muy particular en el marco del teatro para chicos, ingresa en un terreno poco transitado (incluso hasta se plantea una cuestión vinculada con las causas tecnológicas) y trabaja en un universo casi insólito.
La iluminación es un elemento central de la propuesta, como los efectos de sonido (si hasta tenemos una radio antigua en manos del viejo pescador) y el vestuario es otro hallazgo. Y por sobre todo la bellísima poesía de lo que cuentan y el cómo lo hacen.
Paradójicamente el título será solo una expresión de deseo, en ese río ya no hay más peces.
¿O tal vez no será un pez el que pique?


Esperando a que pique, la amistad es la mejor carnadaCriticunder, por María Victoria Camerano
Calificación: ★★★1/2

En el corazón del porteño barrio del Abasto, en el teatro El Cubo se presenta “Esperando a que pique”, de Javier Zain quien la escribe, dirige y actúa. La obra cuenta la historia de dos personajes, de distintas generaciones que se cruzan por una misma pasión: la pesca.
Dispone de una puesta en escena sencilla y pintoresca. El vestuario es prolijo y creativo, uno de los actores tiene hecho su traje con variadas especies marinas.
La gran protagonista es la música, compuesta por Esteban Rozenszain, se podría decir que el relato es narrado por la ingeniosa partitura que amalgama los gestos, muecas y movimientos de los artistas, como si se tratara de una vieja película muda. Si tendría que definirlo de alguna manera diría que es una obra de teatro imagen con texto.
La trama encubre dos maneras diferentes de vivir la realidad; por un lado esta el anciano que representa a épocas pasadas donde las cosas eran hechas por la mano humana, la pesca era un recurso para sobrevivir, el alimento para el alma era ese bello y hoy descuidado muelle lleno de ilusiones, tranquilidad y disfrute, en donde solo importaba el arrullo del arrollo y el cantar de los pájaros. Por otra parte el joven que representa el hoy, el capitalino, la sociedad urbanizada, la nueva tecnología y lo moderno, en donde la pesca no es más que un frívolo deporte o algo vanguardista para adornar sus atuendos de moda. Pero a pesar de estas diferencias el muchacho escucha al hombre mayor y juntos intercambian experiencias, manteniendo sus posturas frente a la vida.
Me gustaría destacar la exquisita actuación de Javier Zain en el personaje de Pascual, quien representa a un anciano estructurado y solitario.
Es una idea diferente, sale del teatro tradicional para la familia. Encierra un mensaje profundo de amor y bondad


Esperando a que pique: una fábula sobre los vínculos
por Ximena Biosca
Link: http://latiademicky.blogspot.com/p/criticas-de-ximena.html

Hermosa obra la de Javier Zain. Austera, sin estridencias, original y llena de poesía.
Con el atractivo de la gestualidad, plasticidad y los matices de dos grandes actores: Javier Zain y Gaby Cohan.
La excusa es una pequeña anécdota de un pescador solitario Pascual (leyenda de un pueblo olvidado y desolado) y su encuentro con Pedro,otro pescador "moderno" que tiene todos los elementos a su alcance para una pesca actualizada.
Pascual, en cambio sólo se conforma con esperar en compañía de su vieja radio (único contacto con el "afuera") a que algo pique, aunque tan solo sea una bota vieja.
Pero en ese diálogo/ no diálogo es donde nace la el vínculo entre los dos personajes y las metáforas de la amistad, los tiempos modernos y sobre todo la necesidad de comunicarse en un mundo de absoluta virtualidad.
Los dos actores logran desplegar todo su histrionismo impregnándoles a los dos personajes todo el patetismo y la ternura que les cabe a sus encuentros. Esto es todo.
Nada más y nada menos. Todo lo demás quedará para las lecturas diferentes del espectador, que se podrá identificar con gestos, pequeños gags, o diálogos, que parecen tan "lejanos", pero que están absoultamente vigentes.
La música acompaña creando climas. La esenografía del metaescenario (el muelle ascético dentro del proscenio)y la utilería tan minimalista pero funcional y sostén en parte de la narrativa, son el complemento ideal para adornar el universo de esas dos critaturas, par no distraerse de lo más importante: lo que se dice y no se dice arriba del escenario.
Para espectadores exigentes y activos. Para recuperar el buen teatro, ese verdaderamente apto para toda la familia, el que acompaña a escuchar, mirar y mirarse.